"Las explicaciones de los orígenes humanos que no tienen en cuenta
esta profunda conexión y nos presentan como solitarios que se reunieron de mala
gana ignoran la evolución primate. Pertenecemos a una categoría de animales
conocida por los zoólogos como «gregarios obligados», lo que significa que no
tenemos otra opción que mantenemos unidos.
Por eso el temor al ostracismo acecha en las esquinas de toda mente humana:
ser expulsado es lo peor que puede sucedemos. Así era en los tiempos bíblicos,
y así sigue siendo hoy en día. La evolución ha implantado en nosotros la
necesidad de pertenecer y ser aceptado. Somos sociables hasta la médula.
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En 1879, el economista norteamericano Francis Walker intentó explicar
por qué su gremio tenía tan «mala fama entre las personas reales». Echó las
culpas a su incapacidad para comprender por qué el comportamiento humano no se
ajusta a la teoría económica. No siempre actuamos como los economistas piensan
que deberíamos, principalmente porque somos menos egoístas y menos racionales
de lo que los economistas suponen que somos.
Los
economistas están siendo adoctrinados en una maqueta de la naturaleza humana
que dan por buena hasta tal punto que su propio comportamiento ha comenzado a
parecerse a ella. Los exámenes psicológicos han demostrado que los catedráticos
de economía son más egocéntricos que el estudiante uniiversitario medio. La
exposición clase tras clase al modelo capitalista del interés propio parece
matar cualquier tendencia prosocial de entrada. Dejan de confiar en los demás
y, en correspondencia, los demás dejan de confiar en ellos. De ahí la mala
fama”.
Frans
de Waal
"El mono que llevamos
dentro"
Tusquets-Metatemas (2007: 233, 243-244)
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